
La NASA lo ha confirmado: Starliner no volverá a volar en 2025. La cápsula tripulada de Boeing, desarrollada para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS), se queda en tierra al menos hasta 2026. Y cuando lo haga, probablemente será en un vuelo no tripulado, destinado a verificar que los múltiples fallos técnicos detectados han sido corregidos.
El nuevo calendario es otro golpe para un proyecto que debía garantizar el acceso estadounidense al espacio, junto con Crew Dragon de SpaceX. Pero mientras esta última sigue lanzando misiones con regularidad, Starliner acumula retrasos, problemas técnicos y un debut tripulado que acabó en rescate.
Dos astronautas atrapados en órbita durante más de nueve meses
En junio de 2024, Boeing lanzó su primera misión tripulada con los astronautas Suni Williams y Butch Wilmore a bordo. El viaje debía durar apenas una semana, pero la misión se complicó desde el principio. Starliner sufrió fugas de helio y el fallo de cinco de sus 28 propulsores de control, lo que impidió planificar un regreso seguro.
La cápsula permaneció acoplada a la ISS mientras la NASA y Boeing trabajaban desde tierra para analizar la situación. Finalmente, por precaución, se decidió que los astronautas regresarían a la Tierra en una cápsula Crew Dragon de SpaceX. Lo hicieron en marzo de 2025, tras una estancia de casi diez meses: una misión que debía ser corta se convirtió en una larga espera en órbita.
¿Qué falló en la nave Starliner?
El principal problema se localizó en las carcasas que rodean el módulo de servicio donde se albergan los propulsores. Estos usan helio presurizado y están interconectados por una red compleja de válvulas. Durante el vuelo, varias de estas válvulas y sellos no resistieron la exposición al oxidante, provocando las fugas.
La NASA ha confirmado que ya han comenzado las pruebas para rediseñar estos sistemas. En las instalaciones de White Sands, en Nuevo México, se están llevando a cabo diferentes ensayos para entender cómo se comportan bajo diferentes condiciones. También se están probando nuevos materiales de sellado y barreras térmicas para evitar que el calor se propague entre los componentes.
“Sabemos que hay cierta permeación de vapor oxidante a través de los propulsores y el sellado que teníamos no era muy resistente a la exposición al oxidante”, explicó Steve Stich, gerente del programa de tripulación comercial de la NASA, durante una conferencia de prensa la semana pasada. “Actualmente contamos con diversos materiales y pruebas para mejorar ese sellado en la interfaz de helio en la brida del propulsor”.
Stich indicó que ya se han realizado algunas mejoras en Starliner, incluyendo modificaciones térmicas.
Starliner no volará con tripulación hasta finales de 2026
En cuanto a cuándo podría regresar Starliner a la plataforma de lanzamiento, parece que 2025 ya no es una opción: “Estamos trabajando para un vuelo a principios del próximo año”, dijo Stich, matizando que “hay una gran probabilidad” de que primero se realice un vuelo de carga.
Así, desde la NASA dejan claro que el siguiente vuelo de Starliner servirá para validar las mejoras introducidas. Es decir, se tratará de una misión sin astronautas, con el único objetivo de comprobar que las modificaciones han funcionado.
Si todo va bien, la primera misión operativa con tripulación sería “no antes del segundo punto de rotación a finales del próximo año”.
A pesar de los contratiempos, Boeing y la NASA insisten en que Starliner sigue siendo clave. Fue desarrollada junto a Crew Dragon como parte del programa de Transporte Comercial de Tripulación para garantizar que Estados Unidos tenga acceso redundante a la ISS hasta su cierre previsto en 2030, después de un cuarto de siglo habitada.
Desde su primer vuelo fallido en 2019 —sin tripulación— hasta hoy, Starliner ha vivido una historia de segundas oportunidades. La primera misión de prueba no tripulada no logró acoplarse a la ISS por un fallo de software. La segunda, que sí lo consiguió en 2022, abrió la puerta al vuelo tripulado de 2024. Pero ese mismo vuelo demostró que aún quedaban aspectos críticos por resolver.
Ahora, Boeing se enfrenta a una fase decisiva: si el próximo vuelo sin tripulación es exitoso, la nave podrá recuperar su hoja de ruta. Si no, la presión por mantener un sistema alternativo a SpaceX seguirá creciendo.
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